¿Por qué debemos hacer rezos (del sidur) y no la oración de la forma que lo hacíamos en la religión?

El propósito de la vida es servir a Dios con todo lo que tenemos. Esto comienza con obedecer Su Ley por completo, y sobre esa base ahora podemos aprovechar nuestras energías y oportunidades todos los días para Sus objetivos, no los nuestros. La Torah enseña claramente que la Ley de Dios es el mínimo absoluto que Él espera que todos sigan. La Ley es simplemente el fundamento de nuestro servicio espiritual a Dios.

Como no somos gigantes espirituales como los tzadikim (líderes justos) de los tiempos bíblicos, no sabemos cómo redactar nuestras oraciones correctamente. Por lo tanto, es importante leer nuestras oraciones en textos escritos, palabra por palabra. Nuestros pensamientos aportan el significado apropiado a estas palabras, haciendo que cualquier oración se aplique a nuestras circunstancias y necesidades únicas.

Se debe orar al menos una vez al día, cuando la oración parece un trabajo, sabemos que está teniendo éxito. Siempre que uno tenga una necesidad, ya sea física (salud, dinero, hijos, etc.) o espiritual (felicidad, vencer la tentación, etc.), siempre se debe orar a Dios para estas cosas. Orar a cualquier otra persona/cosa –o no orar en absoluto– muestra que una persona depende de algo más que Dios para sus necesidades; esto sería, en efecto, la adoración de ídolos. Por supuesto, no hay garantía de que Dios le dará a uno exactamente lo que quiere, pero Dios le dará lo que realmente necesita; Como seres limitados, muchas veces no sabemos realmente qué es lo mejor para nosotros. Además, Dios siempre escucha y responde a nuestras oraciones; No sabemos necesariamente cómo ni cuándo.

De todos modos, en el rezo del Sidur (libro de rezos) hay un espacio para conversar con Dios. También existe la disciplina del Hitbodedut (Conversar a solas con Dios) que se encuentra explicada en el libro En los Campos del Bosque del Rab Shalom Arush.

Aprendemos del profeta Isaías que el Noájida desempeñará un papel muy importante para hacer que los judíos no observantes vuelvan a sus 613 mandamientos. Como parte del esfuerzo de acercamiento a otros gentiles, los Noájidas deben dirigir aún más sus energías hacia enseñar a los judíos la importancia de la ley judía. El Noájida también debe combatir agresivamente los planes de los misioneros cristianos, que están robando almas judías (y gentiles) de la vida eterna bajo la Ley de Dios para el mal de la idolatría cristiana.

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