Por: Rabino Shalom Arush Los santos tzadikim siempre hicieron todo lo posible por abstenerse de salir de la sucá durante la festividad de Sucot. Dado que las “Nubes de Gloria”, la Presencia Divina, envuelven la sucá, el hecho de permanecer dentro de la sucá es muy propicio para la plegaria, y en especial, la plegaria personal. En ese sentido, sentarse en la sucá es como sentarse en el Templo Sagrado. Y aún más: estar en la Sucá es equivalente a estar en el Templo Sagrado. El santo Arizal afirma que el aspecto interno de la destrucción de nuestro Sagrado Templo se manifiesta en la destrucción de la disposición a orar. En la época del Templo Sagrado, hasta el judío más simple vivía su vida orando, pues todos sabían que la plegaria es el aspecto principal de la teshuvá, de retornar a Dios. La plegaria y la teshuvá gradualmente fueron disminuyendo tras la generación del Rey Salomón, hasta que finalmente el Templo Sagrado fue destruido. Y entonces la gente se olvidó de cómo se oraba. Antes