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¿Por qué los Judíos y los Noájidas no somos Cristianos?



Por el Rabino Ariel Groisman

Escuchamos hoy día sobre un movimiento llamado "Judíos por Jesús" ya que un pequeño número de judíos, aparentemente, está encontrando atractivas las enseñanzas del cristianismo. Sin embargo, la gran mayoría de judíos reales todavía rechaza estas enseñanzas de la forma más enfática.

Por más de dos mil años los cristianos han intentado perjudicar a los judíos. Y por el mismo lapso, los judíos se han resistido a tales cortejos. Pero, ¿Por qué? ¿Por qué no aceptamos a Jesús? En definitiva, ¿Por qué no somos cristianos? Para entender esto debemos analizar que hay en los fundamentos de las creencias cristianas. El cristianismo empezó con un judío: Jesús vivió como un judío en tiempos de nuestros más grandes Sabios Talmúdicos. El gran Hillel vivió una generación antes y Rabi Akiva lo hizo una generación después. Sin embargo, nuestras propias fuentes tienen registrado muy poco sobre la vida de Jesús, o Yashua, sea como le llamen. Todo lo que podemos encontrar está en los evangelios del nuevo testamento, un libro escrito por y para la primera iglesia cristiana. Este libro, sin embargo, fue escrito para promover la causa cristiana y es, por tanto, imposible separar la historia personal de Jesús del cristo diseñado por la teología cristiana temprana.

Poco después de la muerte de Jesús, encontramos un notable cambio en las enseñanzas de sus seguidores. El cristianismo, tal como lo conocemos, empezó durante este periodo con los trabajos de Pablo de Tarso. Pablo, o como fue conocido previamente, Saulo, era un discípulo del gran Talmudista Rabí Gamaliel y empezó su carrera oponiéndose activamente a los primeros cristianos. En un incidente dramático, camino a Damasco, Pablo se convirtió al cristianismo para, posteriormente, convertirse en uno de sus líderes más aventajados. A pesar de que él nunca había visto (en vida) a Jesús afirmó haber dialogado con él en espíritu. Luego, bajo el liderazgo de Pablo, muchas de las doctrinas que caracterizan al cristianismo fueron proclamadas por primera vez y, en su gran mayoría, nunca han cambiado. Sus enseñanzas están grabadas en epístolas, que forman la segunda parte del nuevo testamento. Entre las principales enseñanzas de Pablo, Contrastamos, punto por punto, con la visión Judía:
1.      Cristianismo: Jesús es el mesías o cristo; aquel anunciado por los profetas de la Biblia y esperado por los judíos. Él es también el hijo de D-os, y como cualquier hijo, esencialmente es lo mismo que su padre.
Visión Judía:  Jesús o Yashua sea como le llamen, no pudo haber sido el Mesías. Los profetas predijeron un mundo de paz y amor después de la venida del Mesías Verdadero, y esto aún no se ha dado. Además, cualquier planteamiento de que el Mesías es el "hijo de D-os" es totalmente inaceptable en ningún lugar, ya que dicen los Profetas que él será más que un líder notable y un maestro, no un hijo, y tampoco es correcto el concepto de D-os con un hijo, eso va en contra de lo aprendido en el Shemá (Baruj atá Adonai, Eloheinu Melej Ha Olam, Adonai Ejád) Nuestro D-os UNO es.

2. Cristianismo: El hombre es malo y pecador. Toda la humanidad está maldecida debido al pecado de Adán. La Toráh no puede salvar al hombre pues sus mandamientos son demasiado difíciles de guardar. La única cosa que puede salvaguardar al hombre de su última condena (al infierno) es la creencia en cristo.
Visión Judía: A pesar de que la Toráh efectivamente habla del pecado de Adán, enseña que el hombre puede elevarse por encima de ello. El hombre podría no ser capaz de auto perfeccionarse, pero fue por esto mismo que D-os nos entregó la Toráh. Es absurdo pensar que D-os entregara una Toráh que era imposible (o demasiado difícil) de observar. De ninguna manera el judaísmo enseña que uno puede ser "salvado de la condenación" simplemente "por creer". Cualquier convicción verdadera en D-os debe guiar, necesariamente, a la persona para que también observe sus mandamientos.

3.      Cristianismo: Los Judíos fueron originalmente el pueblo escogido de D-os pero fueron repudiados cuando rehusaron aceptar a su hijo, Jesús. El nombre de "Israel", pueblo escogido de D-os, no es más atribuible a los judíos sino a quienes aceptan a Jesús como el mesías. Solo estos son participes del amor de D-os. El resto está condenado al infierno.
Visión Judía: Es imposible imaginar que D-os eventualmente rechazara al pueblo judío. En muchos pasajes, la Biblia claramente establece que su pacto con Israel es para siempre.

4.      Cristianismo: Hay una única ley ahora que cristo ha venido, y esta es la del amor. Uno debe seguir el ejemplo del sacrificio de cristo y, pacientemente, esperar que    D-os sea compasivo en correspondencia. Nos basta con estos principios del cristianismo para ver por qué los judíos no pueden aceptarlas.
Visión Judía: En muchos pasajes, la Biblia dice que la Toráh fue entregada para la eternidad. Es por tanto imposible decir que ha sido reemplazada por una nueva ley o falso testamento. El amor solo no es suficiente, porque uno debe saber cómo expresarlo y para ello, necesitamos a la Toráh como instrucción. El amor es solo uno de los mandamientos de la Toráh; las buenas acciones son su necesaria expresión.

¿Por qué preferimos estas ideas a aquellas expresadas por Pablo y el cristianismo?
Por un lado, no vemos evidencia de que "Jesús, Yeshua" haya sido realmente el Mesías esperado por Israel. La promesa Mesiánica incluye cosas como una paz perfecta y unidad entre los hombres, amor y verdad, conocimiento universal y felicidad sin tribulaciones, así como el fin de todo mal, de la idolatría, falsedad y odio. Ninguna de las condiciones anteriores ha sido alcanzada por el cristianismo o ahora llamado mesianismo una imitación del judaísmo mezclado al cristianismo. A esto la respuesta cristiana es la simple afirmación de que "todas las cosas en realidad han cambiado con la venida de Jesús. Si el cambio no es visible, es porque el hombre es malvado y no ha aceptado verdaderamente a Jesús y sus enseñanzas. Entonces el Mesías (o cristo) tendrá que volver para probar su victoria".
El judío se rehúsa a aceptar la excusa de que las principales profecías en lo concerniente al Mesías únicamente serán cumplidas en la “segunda venida”. Él espera que el Mesías verdadero complete esta misión en su única venida. El judío cree, por tanto, que el verdadero Mesías todavía está por venir.
Pero hay de hecho un punto que no debemos dejar de considerar pues su importancia es mayor que la mera identidad del Mesías. El cristianismo también enseña que Jesús fue D-os en forma humana, (Que el Eterno no Permita). El judío mira esto como una idea totalmente equivocada sobre D-os. Hace a D-os demasiado pequeño pues, al afirmar que Él puede tomar forma humana, se disminuye tanto su unidad como su divinidad. Discordamos con el cristianismo no solo con respecto a creer, sino también con respecto a lo que el hombre debe hacer. El cristianismo tiende a negar que las acciones u obras del hombre son realmente útiles. La única cosa que, supuestamente, puede salvar al hombre es su fe ante su estado pecaminoso y una total dependencia en cristo. El judío, por otro lado, cree que el hombre puede acercarse a D-os al obedecer guardando Sus mandamientos. *- 7 preceptos para el Noájida-. El cristianismo arranca entonces con una idea, mientras el judaísmo y el monoteísmo Noájida, parten con la idea de que el hombre es creado “en la imagen de D-os”. Por lo tanto, no debe ir tan lejos para descubrir lo divino, tanto en sí mismo como en otros. Hay siempre una oportunidad para despertar lo divino en uno mismo mediante la observancia de sus mandamientos (613 para el judío, 7 para el Noájida). Tanto el judío como el Noájida empiezan con esta oportunidad.

El cristianismo, por otro lado, parte con la idea de que el hombre es pecador y depravado, dejado a su voluntad, el hombre, está absolutamente condenado. De manera natural él está involucrado con lo malo y deberá por tanto, hacer algo para ser salvado de tal maldad. La primera pregunta que un cristiano plantea es: “¿Qué has hecho para ser salvo?” Para el judío, o Noájida practicante esta pregunta no tiene sentido alguno. Esta no es, para nada, la forma de pensar judía. El judío pregunta: “¿Cómo puedo yo servir a D-os? ¿Cómo puedo guardar Sus mandamientos?” El enfoque central del judaísmo yace en la observancia de los mandamientos de la Toráh. Vemos al hombre y apreciamos su grandeza, porque este puede obedecer estos mandamientos y cumplir con el deseo de D-os. El cristianismo enseña que el hombre es tan malvado que no puede realmente servir a D-os. La Toráh es demasiado difícil para el hombre.

La única cosa que el hombre puede hacer es creer en cristo y esperar ser salvado. El judío responde que el mismo hecho de que D-os nos entregara mandamientos y que nos dijera que los obedeciéramos nos instruye que, en efecto, podemos servir a D-os y cumplir con Su voluntad. Es impensable que D-os entregara a Su pueblo una Toráh si esta fuese imposible de guardarla. A pesar de que algunos de los discípulos de Jesús fueron judíos, no pudieron convencer a sus contemporáneos sobre sus enseñanzas.

Los primeros dogmas del cristianismo se presentaban más cercanos al mundo gentil pagano que al judaísmo. Más y más, el cristianismo fue rechazado por los judíos y aceptado por los gentiles. Se transformó tanto hasta constituirse en una iglesia gentil pagana, y su actitud hacia los judíos se volvió más y más hostil. Buscó constantemente convertir a los judíos, a veces recurriendo incluso a la crueldad y a la fuerza, pero el judío se mantuvo firme. El cristianismo puede haber cambiado la historia humana, pero nunca ganarse el apoyo de los judíos. El judío se sostuvo con la Toráh y caminó por el camino que ella dictaba.

En resumen, hubo dos enseñanzas cristianas que el judío jamás podrá aceptar: El cristianismo enseña que D-os ha asumido forma humana en Jesús, y que la Toráh ya no tiene valor. El judío rechaza estos dogmas, aun a costa de su vida. Al rechazar al cristianismo o lo que hoy se llama mesianismo, que es una imitación y un robo de identidad, El judaísmo no pierde de manera alguna algo que necesita espiritualmente. No hay nada en todas las enseñanzas de Jesús que hubiera añadido una letra a la fortaleza de la Toráh. Si el cristianismo hizo alguna contribución fue al mundo no judío. Todo judío sabe que la Toráh le provee una relación única con D-os. Todo lo que dice el cristianismo se presenta contradiciendo tal relación.

Es por esta razón que, a lo largo de los siglos, el judío ha encontrado imposible aceptar las enseñanzas del cristianismo. Él ha creído con perfecta fe que D-os le ha mostrado el camino, y no tiene intención de dejarlo en ningún momento.

Extraído del Libro: El Verdadero Mesías

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