La persona que siente de esta forma, que antepone su confianza en el Creador a cualquier otra cosa, está de hecho aceptando que el Creador hace mejor las cosas que ningún otro, y es causa de festejo en el cielo que lo haga de esta forma, por mínimo que sea el requerimiento, siempre dice: “Señor Tu eres mejor que yo en esto y en aquello, enséñame a hacer las cosas correctamente”. Es un gesto de humildad, de reconocimiento, de fidelidad, esto se llama en hebreo Bitajón y siempre va de la mano con la Emuná, la Fe auténtica.
De esta manera, la persona debe agradecer por todo, incluso –y más aún- por las cosas que no entiende. La persona que se sienta a comer y no le agradece al Creador por su comida, es como si la estuviera robando, porque en su conciencia piensa que se merece esa comida. En cambio, la persona agradecida come alegremente, mucho o poco, pero está seguro que el Eterno le sustentará nuevamente al día siguiente, no se preocupa.
No somos buenos en nada, sino que el Creador pone destrezas en cada uno, y se manifiesta a través de las obras de nuestras manos, si Se lo permitimos. De lo contrario siempre encontraremos el fracaso.
Tomado del Libro “En el Jardín de la Fe” – Rabi Shalom Arush
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