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SER NOÁJIDA HOY

 Por el Profesor Reuel Rolando


Profesor Reuel Rolando. Docente de contenidos Noédicos. Fundador y director del Grupo Torá para las naciones.


El término “Noájida” es relativamente moderno y es empleado actualmente para significar “hijo de Noé hijo de Noaj” o descendiente de Noé o de Noaj. Fue empleado por primera vez por el rabino Eliyahu Benamozegh de Livorno en Italia, mientras mantenía correspondencia con su estudiante de Torá, Aimé Palliere, de Francia, que era un sacerdote católico que deseaba conocer el camino del monoteísmo. Esto fue a finales del siglo XIX. O sea que el término “Noájida” es un término moderno. 

Ahora, está la Torá escrita y la Torá Oral, dos maneras diferentes de transmisión de la Torá. Toda la Torá fue recibida por Moshé en el monte Sinai. Y allí justamente Moshé recibió la Torá, no solamente para los judíos sino también con los preceptos que ya fueron dados anteriormente a Noé, siendo de esta manera refrendados, certificados, confirmados. Luego Moshé la entregó al pueblo, y así sabemos que esta Torá llegó hasta el día de hoy a través de una transmisión ininterrumpida, de sabios a sabios, de generación a generación. En la Torá aparece el término en hebreo “Bnei Noaj” que traducido es “hijos de Noaj” o hijos de Noé. 

Este término aparece muchísimas veces en la Torá, especialmente en la Torá oral y también lo vemos en el libro de Génesis o “Bereshit”, que es el verdadero nombre de este libro, el primer libro de la Biblia hebrea. En el capítulo 9 de Génesis se alude a los “descendientes de Noaj, a los hijos de Noé o a los Bnei Noaj. Y el rabino Eliyahu Benamozegh utilizó por primera vez el término “Noájida” como relativo a Bnei Noaj o hijos de Noaj.

¿Por qué Noaj?

Porque en la Biblia hebrea se nos relata, como dijimos, en el libro del Génesis capítulo 9, que D-os, luego de destruir el mundo por medio de un diluvio, salvando una familia de ocho personas: Noaj, su esposa, sus tres hijos y sus tres nueras, hizo un pacto con Noaj y con su descendencia, o sea con toda la humanidad (porque de ahí proviene toda la humanidad). Se dice claramente en el versículo 12 de este capítulo 9, que es un pacto “perpetuo”. Todos los seres humanos somos hijos de Noaj.

El pacto que D-os hizo con Noaj fue sellado con la señal del arcoíris. Claramente se nos dice en Génesis (Bereshit) 9, que Él dio Su arco, el arcoíris, como señal de ese pacto; y como todo pacto contiene un compromiso de dos partes: por un lado el Eterno, el Creador, se compromete a no sancionar y bendecir a todo aquel que cumpla su parte del pacto; y por otro lado, al ser humano, en cumplir determinadas leyes o determinadas condiciones, justamente para recibir la bendición del Creador, para no ser sancionado, para tener una vida en paz e incluso trascendencia. 

Estas leyes universales están insinuadas en el libro de Génesis (Bereshit) especialmente en este capítulo 9. Algunas de ellas se nombran, otras se dan por sentadas a lo largo del libro de Génesis, pero están claramente y expresamente detalladas en la Torá oral. La Torá oral es mucho más amplia y viene a explicar, a aclarar cuestiones que están simplificadas en la Torá escrita. Vemos que muchas veces no se aclaran muchas cuestiones. No se dice por ejemplo cómo matar un animal kosher, como realizar el ritual de la shejitá. Tampoco como se hacen los tefilín. 

No se dice absolutamente nada. Se dice que hay que hacerlo, pero todos los detalles de cómo hacerlo están contenidos en la Torá oral. Entonces, así como estas cosas, muchísimas cosas más fueron transmitidas de manera oral, al igual que los detalles del código de ley Noájida, el código de ley para los no judíos, para la humanidad en general. Se lo conoce como las siete leyes de Noaj. Y están representadas precisamente, y no es casualidad, por los siete colores del arcoíris. Cada color representa un precepto o una ley.

¿Cuáles son estos 7 preceptos para los Noájidas?

1. No cometer idolatría.

2. No blasfemar contra el Creador.

3. No asesinar.

4. No robar.

5. No cometer inmoralidades sexuales.

6. No comer la carne arrancada de un animal mientras este esté vivo.

7. Establecer cortes y leyes de justicia en la tierra donde uno está.

(Fuentes principales de la Torá oral: Sanhedrin 58b – Mishné Torá, Leyes de reyes capítulos 8, 9 y 10).

¿Quién es Noájida?

Como dijimos, todos técnicamente somos descendientes o hijos de Noaj. Pero no todos asumimos personalmente esta identidad. Una cosa es decir que todos somos hijos de Noaj pero otra cosa es decir uno mismo con total conciencia y compromiso: “yo soy un hijo de Noaj”. 

De esta manera se está asumiendo como tal. Pero son pocos los que toman conciencia de esto asumiéndose como hijos de Noaj. Entonces, una cosa es que seamos descendientes naturales y otra cosa es que asumamos esta identidad potencial y espiritual que traemos. El creador nos ha hecho de tal manera que respondiendo a estas leyes podamos lograr nuestra máxima realización como seres humanos, comenzando básicamente por lo moral y luego proyectándonos a lo espiritual y trascendente. 

Solamente hemos sido diseñados para vivir de acuerdo a estas 7 leyes. Si cumplimos estas 7 leyes entonces vamos a ser seres humanos con todas las letras. Verdaderos seres humanos. Vamos a poder llevar una vida mínimamente moral, y si realmente avanzamos en esta vida en el conocimiento del Creador mediante el estudio de la Torá, cumpliendo los preceptos, viviendo una vida piadosa, vamos a poder también trascender.

También es necesario aclarar que todos tenemos como seres humanos una misión general que cumplir, y esta misión es la de mejorar el mundo, de hacer este mundo un mundo mejor. Esto se logra comenzando por observar estas 7 leyes que el Creador le dio a la humanidad, que son en realidad 7 temas, que incluyen muchos detalles o derivaciones que hay que conocer y estudiar.

Entonces, una de las cosas fundamentales que tenemos que hacer es conocer nuestra identidad, conocer nuestras leyes, para poder así saber que cosas debemos y que cosas no debemos hacer, cómo debemos comportarnos en este mundo, para hacer de este mundo, un mundo mejor.

Lo que nos diferencia en general como descendientes naturales de Noaj es la forma de caminar que cada uno tiene en este mundo. Hay algunos que han decidido seguir diversas formas de cultos

religiosos y adorar ídolos. En los cultos religiosos se está adulterando ese código de ley de las 7 leyes. Se quita o se inventan y agregan leyes. Mucha gente sigue estos cultos y no está asumiendo su verdadera identidad Noájida, cumpliendo sus preceptos. Esto va en contra del plan original del Creador.

Otros por ejemplo determinan ser ateos, dicen no creer en D-os más allá de llevar muchas veces una vida moral quizás más elevada que muchas personas religiosas. Es otra manera de caminar que no es precisamente la señalada por el Creador para todos los seres humanos.

Y los propiamente dicho “hijos de Noaj” son aquellos que asumen su identidad espiritual como tales y obedecen estas leyes universales.

¿Qué de los judíos?

Los judíos, si bien descienden de hijos de Noaj, ya que sus patriarcas fueron hijos de Noaj, entendiendo “Noájida” como una identidad espiritual que responde a siete leyes universales, son “Bnei Israel” o hijos de Israel, ya que el Creador hizo con esta familia, con los descendientes de Abraham, otro pacto, que los sitúa en otro nivel con mayores responsabilidades, por ende, con más leyes. El Pueblo judío responde al código de los 613 preceptos, a diferencia del código de los 7 preceptos universales. También tienen una misión general y particular que cumplir, revelar la divinidad al mundo, que esta sea visible, palpable, que la gente tome conciencia y pueda ver la Divinidad en este mundo. 

Y de esta manera ser luz de las naciones, justamente una nación sacerdotal, que sea guía y modelo para el resto de las naciones y familias. Aquí se cumple esta promesa dada a Abraham de que por medio de él serían bendecidas todas las familias de la tierra. A través del Pueblo judío la bendición llega a todas las naciones, llega a todos los pueblos, llega a todas las familias que abrazan el monoteísmo de la Torá. Así que: ¡Bendito sea el Pueblo de Israel que nos comparte esa luz del Creador, para que podamos retornar a nuestra identidad y andar en Sus caminos!

En el libro “Nosotros en el Tiempo” de Eliahu Kitov, tomo 2, página 294, bajo el título: “La misión del Pueblo de Israel” se nos explica que: “Cinco días antes de recibir la Torá, le fue enseñada al Pueblo de Israel, una sección de la misma que constituía, en efecto, la base de toda la Torá. En ella se explicaba que la verdadera esencia de la Torá radica no solo en el deber de observar un conjunto de preceptos, ordenanzas y celebraciones, sino más bien, en la aceptación de una singular misión de la cual depende toda la existencia humana, y la de un yugo del cual uno nunca puede librarse.

Cuando D-os completó Su obra al final de los seis días de la Creación impuso al mundo la condición de que este perduraría solo si el hombre seguía el camino decretado por el Creador; si no retornaría el caos. Este fue el pacto establecido entre el Creador y Su mundo.

Las primeras diez generaciones de la humanidad violaron esta condición, y en la época de Noaj el mundo estuvo al borde de la destrucción. Pero D-os se apiadó de la obra de Sus manos y permitió que sobreviviera un remanente, y renovó Su pacto con Noaj. Durante las dieciséis generaciones siguientes la humanidad se alejó cada vez más del conocimiento de D-os y el mundo entero quedó desolado. La tradición del Pacto fue preservada solo por unos pocos individuos selectos. Sin embargo, su número no bastaba para conferirle el mérito que garantizaría la supervivencia del

mundo. Había escasos individuos de esta talla y su influencia era insignificante. La humanidad por entero se rebeló, negando la existencia de un pacto entre el Creador y Su Creación…”

Durante el apogeo del imperio egipcio el mundo volvió a estar al borde de la destrucción. Entonces D-os le dio al Pueblo de Israel, descendientes de Su servidor amado Abraham, el encargo de “…devolver al hombre su imagen Divina y restituir el mundo a su Rey, y así poder ver una vez más al mundo colmado de todo el bienestar y la bondad que el Rey de toda la tierra procura otorgarle, pues Él desea solo su bien, no su destrucción.”

El Rabino Ariel Groisman comenta que en el libro de Éxodo (Shemot) 19:5,6 comienza la división entre la condición de “Hijo de Noaj” e “Hijo de Israel” para el Pueblo de Israel. D-os toma entre los hijos de Noaj, a descendientes de Abraham, a aquellos israelitas, y les confiere una entidad aparte, un estatus especial. Se trata de un período que duró cuatro días antes de la revelación en el monte Sinai. Este período es comparable a un compromiso antes del casamiento. Ya en la etapa del compromiso, los novios se excluyen de todos los demás.

Volviendo al tema de los Noájidas, muchos felizmente asumimos esta identidad. Pero la mayoría de la gente no lo tiene en cuenta, no lo sabe, y por lo tanto no la asume. Sigue otros caminos, otras maneras de vivir. Se trata de una cuestión muy personal. Cada uno debe asumirse como hijo de Noaj. Para esto no hay ritos, no se trata de convertirse a una nueva religión, D-os libre. No se trata de una nueva religión, sino de una caminar de una manera específica, de un camino de espiritualidad, con normas, con leyes, con principios propios. Este es “EL CAMINO DE ESPIRITUALIDAD”, el camino que el Creador diseñó para todos los seres humanos.

Por lo tanto, no hay que hacer ninguna cosa extraña, ningún rito, ninguna conversión. Simplemente asumirse como hijo de Noaj, expresando consciente y verbalmente: “Yo reconozco que soy un hijo de Noaj y que tengo estas 7 leyes que cumplir, y me comprometo a cumplirlas”. Entonces, ser Noájida es asumir el yugo, asumir el compromiso de obedecer estos 7 preceptos o leyes con todos sus detalles porque D-os los ordenó a través de Moshé en la Torá entregada al Pueblo judío. Y al comprometerse a obedecerlos, uno se compromete a estudiarlos, porque si no ¿cómo uno puede saber cómo cumplirlos?

La Torá fue entregada al pueblo judío, es propiedad exclusiva del pueblo judío. Los Noájidas aprendemos de los rabinos del Pueblo judío, porque la Torá les pertenece y ellos son los únicos que pueden llegar a enseñarnos todas estas cosas. Debemos formarnos para poder, no solamente vivir de acuerdo a estas leyes, sino también ser agentes de transformación social, difusores de estos principios y valores, y quizás también muchos de nosotros maestros de algunos contenidos específicos de la espiritualidad noájica.

Esto lo dice claramente Maimónides en el Mishné Torá, Leyes de Reyes, Capítulo 8, Halajá 10:

“…En el mismo sentido, Moshé fue ordenado por el Todopoderoso para dirigir a todos los habitantes del mundo a aceptar los mandamientos dados a los descendientes de Noaj…

Todo gentil que se compromete a cumplir con los Siete Preceptos Universales, se lo denomina un gentil piadoso (jasidei umot haolam) y tiene su porción del Mundo Venidero [derivado de Sanhedrin

90a]; en tanto reconoce que estos mandamientos le fueron ordenados por el Eterno y reconfirmadas a través de Moshé en la entrega de la Torá, acerca de que los descendientes de Noaj habían sido ordenados para cumplirlos desde tiempo antiguos…”

Un Noájida no solamente puede tener una vida plena en este mundo bajo la presencia Divina, sino que a su vez tiene asegurada una porción en el mundo venidero. Esto es lo que aclara el Rabino Moshé Weiner es su monumental obra de ley Noájida: El Código Divino (Sheva Mitzvot Hashem) en su primera parte:

“El Rambam enseña que, si un Noájida observa esto solo desde un punto de vista intelectual, pero no por mandato de D-os dado a través de Moshé, recibirá recompensa en este mundo por sus buenas obras; pero no se ha ganado una parte en la recompensa espiritual final del futuro Mundo Venidero eterno, porque eso se obtiene solo en virtud de someter las propias acciones a la voluntad de D-os que Él reveló en Su eterna Torá por medio de Moshé, la cual es “el árbol de la vida”.

(Por observar los Siete Mandamientos de Noaj basados solo en el intelecto, la recompensa de un gentil puede recibirse durante su vida en este mundo, o quizás en su vida después de la muerte en el reino espiritual después del final de su vida física, o quizás en ambos. El eterno Mundo Venidero comenzará con la resurrección general de los justos que se adhirieron a la Torá de Moshé, que se llama el “Árbol de la Vida” de D-os (Proverbios 3:11-18). Y esto es lo que le aguarda también al Noájida.)”

La Torá es el árbol de la vida, y justamente al apegarse a la Torá, la cual es propiedad del pueblo judío, estamos apegándonos a la vida eterna.

Por lo tanto es necesario asumir al menos delante de D-os este compromiso, empleando por ejemplo una declaración que es muy conocida y que comparto al final de este escrito. La misma se puede recitar en forma de rezo delante del Creador, asumiendo personalmente este compromiso delante de Él y comenzando a vivirlo diariamente. 

De ser posible se recomienda hacerlo delante de testigos. Si se cuenta con un grupo Noájida, sería bueno decirlo delante de este, y de ser factible ante un tribunal rabínico. Aunque es suficiente para comenzar, con asumir nuestra identidad Noájida delante del Creador y comenzar a vivir de acuerdo a este compromiso.

Ser Noájida… HOY

La realidad que nos toca vivir hoy es muy especial, es una realidad muy diferente a la de hace pocos años atrás. En este tiempo, gran parte del mundo está conectado por medio internet empleando las redes sociales. No se trata de todo el mundo, cuando uno investiga se da cuenta que no son todas las naciones las que poseen servicios de internet, y en muchos casos pocos habitantes de una determinada nación gozan de este servicio. Pero una gran parte del mundo goza de internet y de esta manera está conectado, formando parte de lo que se conoce como globalización.

Tenemos hoy esta realidad de web y las redes sociales, en donde el conocimiento está por lo general al alcance de la mano, al alcance de un click en un teclado de una computadora o de un celular. De esta manera accedemos a conocimientos que en otras épocas era imposible. A su vez nos conectamos con mucho más gente, o sea ya no tenemos trato con uno, dos, diez, veinte o treinta personas; lo tenemos con cientos de personas quizás, ya que en este sentido se han caído las barreras nacionales y gran parte del mundo se ha globalizado.

Hay mucha más facilidad para recibir cursos, para adquirir libros que antes ni sabíamos que existían, para poder ver vídeos acerca de este camino de espiritualidad del cual hoy, y más que nunca, se está hablando; y también para compartirlo o difundirlo entre quienes no lo conocen. 

Este es un trabajo espectacular que se está haciendo y del cual todos podemos formar parte. Haciéndolo de la forma correcta, compartiendo lo que podemos, lo que sabemos, desde el lugar donde estamos, de lo que estamos recibiendo, para que otras personas también empiecen a abrir los ojos y puedan saber que existe este camino de espiritualidad, del cual no se habló durante mucho tiempo, ya que las naciones lo hemos olvidado hace miles de años y el pueblo judío no pudo hablar acerca de él porque era perseguido, porque estaba con otros temas que resolver. 

Pero hoy tenemos también esta situación favorable, en donde el Pueblo judío puede compartir con mayor libertad todo este conocimiento que estaba allí guardado, no desechado ni extraviado, sino archivado en el tiempo por diversas razones, pero que hoy ha sido retomado para ser compartido con las naciones.

Entonces si observamos lo que ocurre en el mundo, y hoy lo podemos ver mucho más claramente por lo antes dicho, nos damos cuenta que hace falta de manera imperiosa que se observen los siete preceptos universales para poder tener realmente el mundo que todos estamos queriendo tener, en donde se pueda vivir en paz, en donde no le falte nada a nadie, donde haya justicia. Un lugar donde todo funcione correctamente en todos los órdenes: en el orden de la política, de la educación, de la familia. 

Y para que todas las cosas funcionen como tienen que funcionar hace falta más que nunca que la humanidad observe estos 7 preceptos universales. Justamente por la globalización estamos viendo cuánta falta hace.

La mayor parte del mundo está en la idolatría, mucha gente blasfema contra el Creador de manera corriente y hoy se multiplican las blasfemias por medio de internet. Hay asesinatos de diferentes formas. Hay violencia en muchas ciudades y países. La corrupción, el robo, se ha generalizado. Parece que la gente ya asumió como que algo normal el robo. Se escucha decir que “sigan robando, pero por lo menos que hagan algo por la sociedad”. 

También la inmoralidad se promueve y se muestra ante nuestros ojos sin avisar. Relaciones sexuales anormales se presentan como normales. Desde las escuelas se publicitan como algo normal, como otras opciones válidas y aceptables. Aún se sigue haciendo sufrir injustificadamente a los animales, contaminando los mares, talando los bosques de manera desmedida, dañando el medio ambiente de una y mil maneras. 

No se cumplen en la mayoría de los casos las leyes más básicas de la ley Noájida en relación con el prójimo, leyes que son éticas y morales. Las mismas leyes nacionales se evaden sin ningún recaudo, empezando por dirigentes que evaden las leyes, la misma base de todas las naciones que es la constitución nacional. Sigue habiendo en muchos casos gobiernos inconstitucionales. Todo lo que es ley pareciera que está hecho para romperse.

Un Noájida debe comenzar por estudiar todo lo concerniente a los principios del monoteísmo de la Torá, las 7 leyes con todos sus detalles, todo lo relativo a la ética y la moral monoteísta de la Torá (conocido como musar). Y por supuesto paralelamente vivir conforme a estos valores y principios. Ser ejemplo, modelo, como ciudadano en este mundo, en este contexto social, que justamente estamos viendo es bastante complejo y complicado; asumiendo un rol activo y nunca pasivo. Un rol activo, porque estamos para construir, para mejorar, y esto se trata de una acción. No se mejora pasivamente, no se construye pasivamente. Entonces tenemos que ser agentes de transformación,

agentes de cambio, estar realmente compenetrados con la situación de nuestro país, conocer sus leyes, participar en política, participar todo lo que se pueda en difundir los principios universales, las leyes. Concienciar, es la palabra adecuada en este tiempo. Es la única forma que haya cada vez más personas que sin ser religiosas estén hablando de una moral elevada, de ética y también de espiritualidad. Esto es algo realmente novedoso, es algo poderoso. Porque muchas personas están buscando por caminos equivocados espiritualidad para sus vidas vacías. No quieren más religión, buscan espiritualidad. 

Aquí estamos llevando la espiritualidad auténtica, que viene desde la Torá del Pueblo judío. Entonces lo mejor que podemos hacer es difundir el monoteísmo de la Torá, la identidad Noájida, con todas sus leyes sus leyes universales. Tenemos como ejemplo imitar el trabajo de Abraham y el trabajo de su esposa Sarah en cuanto a difundir el monoteísmo. 

Son ejemplos para nosotros, quienes viviendo en una sociedad idólatra descubrieron el monoteísmo y asumieron el compromiso de ser agentes de transformación. No fueron pasivos sino activos en cuanto a difusión del monoteísmo, exponiendo sus principios; haciendo preguntas a las personas para que piensen, para que se cuestionen, generando conciencia.

En el libro de Génesis (Bereshit) capítulo 12 se hace referencia a “las almas que hicieron en Jaram”. Abraham y Sara llevaban a las personas al conocimiento del Uno y Unico, del monoteísmo más auténtico. Mientras Abraham lo hacía con los hombres, Sarah lo hacía con las mujeres.

La mayor expresión también de amor al prójimo es precisamente guiarlo hacia la vida eterna por medio del conocimiento de la Torá de las siete leyes universales. No hay mayor obra de bondad que ayudar a un hijo de Noaj a retornar al pacto del del arcoíris, asumiendo su propia identidad.

El deseo de D-os es que cesen las trasgresiones (Salmos/Tehilim 104:35).

¿Qué son las trasgresiones? justamente es el incumplimiento de estas leyes. El quebrar o desobedecer las leyes. El deseo de D-os es que cesen estas trasgresiones que estamos viendo en nuestra sociedad, que cesen las personas de incumplir su pacto, de incumplir los preceptos, para que se termine la maldad. Se van a terminar los malvados cuando se terminen las malas acciones de las personas. 

Las personas tenemos en nuestro poder el elegir entre lo bueno y lo malo, entre seguir igual o cambiar a cada momento de nuestra vida. El Creador nos ha dado a cada persona el poder de decisión, el libre albedrío, y en cada momento la persona que se encuentra trasgrediendo puede retornar a D-os en arrepentimiento y comenzar a vivir una vida justa cumpliendo los preceptos. Eso es lo que D-os espera, que cesen las trasgresiones en la tierra para que los malvados ya no existan, no por medio de un apocalipsis que los mate a todos, sino por medio del retorno a Él con arrepentimiento (esto se conoce en hebreo como teshuvá).

Aparte de dedicarse al estudio, un Noájida debiera apoyar de manera monetaria (conocida como Tzedaká o justicia social) a los centros de estudios, como así también a Rabinos y maestros, para que puedan seguir realizando esta tan elevada y necesaria labor. 

De esta manera estará compartiendo este mérito tan grande de la enseñanza y la difusión de la Torá. Gracias al Eterno estamos viendo en este tiempo cada vez más rabinos y maestros que se dedican a enseñar acerca de las leyes universales de este camino del monoteísmo, lo cual es tan imperioso para que las personas puedan retornar a su esencia y realmente traer un cambio profundo y verdadero en el mundo.

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