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Humanismo y las 7 Leyes del Pacto de Noaj

Por el Rab Oury Cherky

El Talmud nos habla de un pacto especial que se hizo entre Dios y el hombre, años antes de que el pueblo de Israel apareciera en la historia y mucho antes de que se diera la Torá. ¿Cuál es este pacto entre Dios y la humanidad? Se llama la Torá de los Hijos de Noé, o el Pacto Noajida, llamado así por la figura bíblica de nuestro antepasado, Noé. Cuando dejó el arca recibió los mandamientos que representan las obligaciones mínimas de la humanidad. Estos son llamados los siete mandamientos de Noé, o leyes, que obligan a toda la humanidad.

¿Cuál es el contenido de las siete leyes? Sorprendentemente, son cosas aparentemente triviales que son fundamentales para una básica moral humana. Hay sólo siete cláusulas: No adorar ídolos, No comprometerse en relaciones sexuales prohibidas, No asesinar, No maldecir a Dios – es decir, no desarrollar una actitud pesimista hacia el mundo, No robar y No ser cruel con los animales comiendo una parte arrancada de un animal vivo. Por último, existe la ley para establecer tribunales para juzgar y hacer cumplir las cuestiones antes mencionadas.

Al final y al cabo, todas estas son cosas que una sociedad decente y civilizada ya debería adoptar y estar cumpliendo. En ese caso, ¿Qué es lo que la Torá de los hijos de Noé viene a añadir? El Talmud explica que se debe  distinguir entre aquellos que mantienen los imperativos morales básicos como demandas morales solamente, y aquellos que los mantienen como mandamientos de Dios, además de su pertenencia a la moral básica. Los imperativos morales son muy importantes, pero se limitan a formar al hombre para ser una persona completa, de modo de alcanzar la perfección humana. Pero un mandamiento divino agrega una dimensión adicional y eso es una conexión con el Creador. Cuando cumplo con los imperativos divinos, me conecto con el Creador Infinito; Me conecto a Él a través de Sus mandamientos.

Esta condición de estar conectado es llamada Santidad. Antes de realizar un mandamiento decimos: «Bendito sea El… que nos ha santificado con sus mandamientos…» Así, las siete leyes de Noé proveen al hombre un vínculo entre el mundo natural y el mundo trascendente.

El Talmud nos relata que, en algún momento, la humanidad dejó de mantener las leyes como mandamientos divinos, pero siguió manteniéndolos como «uno que cumple sin ser mandado», como voluntario. Pero este es un nivel inferior de cumplimiento. Para volver a la condición de «aquel que cumple, por ser una mitzva, como un mandamiento divino», y no sólo como un imperativo moral, debe haber una aceptación formal de las leyes de Noé ante un tribunal de tres sabios judíos, como nuestro gran rabino Maimónides , enseñó. Después de esto, es claro que las leyes de Noé no son el final de la historia. De hecho, son como un paso de entrada en el dominio de la palabra de Dios, como se revela a través de la tradición mosaica.

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