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Israel, Noajidas... y Amalek


El propósito final de la misión de la Nación de Israel es enseñar la Toráh a la totalidad del mundo, aún a los no-judíos, a los noajidas o hijos de Noé, aunque tengamos que luchar contra la oposición de Amalek. Cuanto más interioricemos esto voluntariamente más y mejor podremos enseñarlo al mundo. -Rab Itzak Ginsburgh

La guerra de Amalek contra la nación de Israel es principalmente contra la influencia de Israel en el mundo. Amalek inyecta duda y frialdad incluso en Israel y ciertamente enfría a las naciones del mundo del mensaje de la Toráh. Afirma que tal vez tengamos mensajes etéreos, celestiales, pero no hay lugar para ellos en este mundo de la política práctica.

El trasfondo de esta enseñanza es mucho más profunda que eso, requiere años de estudio y realización en la vida cotidiana para que verdaderamente transforme al mundo. Llevar el aprendizaje desde el interior del corazón a la vida práctica.

En las naciones, algunas personas estarán dispuestas a aceptar los 7 mandamientos dados a Noé y su descendencia (toda la humanidad), pero como algo espiritual, no como algo práctico, como si se tratara de una enseñanza de superación personal o una filosofía novedosa, pero nada que ver con el "mundo real", el mundo de afuera, como si lo espiritual no tuviera relación directa con el Ser político. Para Platón, los políticos debían no solo convencer, sino forzar a sus ciudadanos a ser mejores: “... tratando de persuadir a los ciudadanos y de llevarlos contra su voluntad a aquello que pueda hacerlos mejores (…) es esta la única misión de un buen ciudadano.”

A simple vista, para los judíos, difundir la Toráh al mundo y luchar contra Amalek son dos opuestos: el universalismo en oposición al nacionalismo. Pero, en verdad, uno depende del otro. Para que el mensaje de Israel llegue a las naciones debemos eliminar al Amalek. Esta es la naturaleza de la guerra que se lleva a cabo en nuestra época y la prueba es que cuando Amalek acepta la influencia de Israel por medio de la conversión ya no hay rige el mandamiento de destruirlo. Cuando Amalek se rinde a la Toráh de Israel deja de ser Amalek.

La enseñanza de la Toráh al mundo, lo que el rabino Itzak Ginsburgh denomina como la Cuarta Revolución de la Toráh, comenzó cuando la nación de Israel se embarcó en la misión de conquistar la Tierra de Israel cuando Yehoshúa (Josué) escribió la Toráh sobre las piedras del Monte Eival en setenta idiomas. Esto fue, claramente, un mensaje para todas las naciones de la tierra. Por otro lado, Mordejai también enseñó la Toráh en setenta idiomas, y fue llamado Ptajia, que significa “Dios abrió” porque abrió su boca en setenta lenguas.

El Midrash relata que en la generación de Moshé y Yehoshúa aceptaron voluntariamente la Toráh escrita pero que Dios tuvo que “sostener la montaña (el Monte Sinaí) sobre sus cabezas como un barreño” para convencerlos de aceptar la Toráh Oral. Pero en la generación de Mordejai, sin embargo, la Nación Judía aceptó la Toráh Oral de buena gana. Purim es el punto de transición de la era de la Toráh escrita, de los milagros de la Biblia, a la era de la Toráh Oral que comenzó a florecer en la época del Segundo Templo.

Lo que aprendemos de esto es que solo podemos enseñar lo que hemos aceptado voluntariamente. La nación Judía es experta en aceptar el yugo de la Toráh, también puede cumplir los mandamientos bajo coacción, pero para ser una Luz para las naciones solo puede enseñar lo que esté integrado en su corazón.

En la parashá Zajor (recuerda) se escribe sobre el deber de recordar el daño que  hizo Amalek al pueblo de Israel. Las enseñanzas jasídicas explican que la palabra korjá, que quiere decir ‘se topó contigo’ se relaciona con kor, ‘frío’. O sea, se puede entender que lo que Amalek hizo fue “enfriar” a Israel en el camino. ¿De qué tipo de frialdad se trata? La “frialdad” de Amalek representa la duda que desalienta, que enfría el entusiasmo. Lo que debemos recordar, entonces, es que la duda provoca indiferencia.

Amalek puede afirmar que la Toráh, el cumplimiento de las mizvot, que se hace con un sentimiento de coacción y distanciamiento es ajena e irrelevante para el mundo, pero desde el momento en que la dimensión interior se revela dentro de nosotros y aceptamos la Toráh de manera voluntaria y amorosa sus afirmaciones se vuelven irrelevantes.

El Amalek interior primero intenta enfriar nuestro entusiasmo hacia Dios y Su Toráh. Pero si, además, encaramos nuestra misión divina sin calidez y entusiasmo, acabaremos por perder interés en ella. Y si bien este Amalek puede fracasar en "enfriar" nuestro entusiasmo, también nos puede engañar al hacernos creer que sólo debemos conformarnos en buscar la santidad interior, con rezos y estudios de Toráh, pero ya en la vida práctica nuestro comportamiento puede ser más liberal y con menos compromiso.

Podemos creer, erróneamente, que es válido enseñar solo las partes externas de la Toráh al mundo exterior, ya que este es el denominador común más amplio, mientras que el aspecto interno y personal de la Toráh solo pertenece a la nación Judía. Pero, en verdad, lo cierto es justo lo contrario, la única forma en que los judíos pueden llegar al mundo externo es abrazando al mundo más interior

La influencia de Israel sobre las naciones del mundo depende de la aceptación de la Toráh en nuestros corazones. Los noajidas también estamos obligados a llevar la paz interior, que proporciona la Toráh, a la vivencia exterior, mediante la realización de acciones que ayuden a corregir el mundo.

Por lo tanto, cuanto más se descubran las dimensiones cada vez más internas de la Toráh, más aumenta la motivación para superar toda duda y herejía y enseñar Toráh al mundo entero.

(Tomado y adaptado de https://beneinoaj.org/la-dimension-interior-de-la-tora-para-las-naciones/)


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