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El Libre Albedrio: ¿Realmente las personas tenemos Libre Albedrio?

 


Por supuesto que sí (bejirá jofshit), todo el mundo está sostenido porque existe el libre albedrio, de lo contrario no existiría ni el pago ni las consecuencias de nuestros actos, porque entonces todo estaría determinado por Dios y las personas no tendríamos responsabilidad en nada.

La pregunta correcta es: ¿Usamos nuestro libre albedrío? El asunto es que nosotros creemos que si y también creemos que las otras personas también usan el libre albedrio, pero resulta que no es así, y esto es una gran revelación.

Devarim (Deuteronomio) 30:15-19 – El judaísmo enseña que el ser humano recibió libre albedrío para poder tomar decisiones pensadas y trascendentales. Según la definición del diccionario Oxford, la palabra albedrio significa “Libertad individual que requiere reflexión y elección consciente”. Entonces estamos hablando de realizar elecciones racionales, no meramente impulsivas. Muchas de las decisiones que tomamos a diario no pasan por el proceso de reflexión racional, sencillamente elegimos esto o aquello de manera instintiva, como una reacción natural, producto de nuestros gustos o de nuestros temores, pero, en ningún caso, porque hayamos meditado sobre ello y sus consecuencias. Entonces no podemos hablar de que estamos usando el libre albedrio en todo momento.

Los niños pequeños, por ejemplo, reaccionan instintivamente frente a sensaciones de placer o de dolor, no porque realmente estén racionalizando las elecciones que toman. De igual manera sucede con la mayoría de las personas adultas, damos por hecho muchas de las situaciones y sus consecuencias sin tomar en cuenta las múltiples variables en cada caso específico y por eso, en algunos casos tomamos decisiones equivocadas.

Aún en los animales vemos este comportamiento (Rambán –Najmánides- en Bereshit 1:29) – Los animales cuentan con un libre albedrío elemental para poder buscar comida y satisfacer otras necesidades básicas. Si ponemos dos tipos de alimento frente a un animal, uno que le gusta y otro que no le gusta, el animal comerá de aquél que le gusta, del que está acostumbrado a comer, y no por haber realizado una elección este acto se considera que usó el libre albedrio. Y sabemos, además, que solo los humanos poseemos libre albedrio. La capacidad de tomar decisiones morales es una expresión única y singular del libre albedrío humano. Rab Akiva Tatz, Free Will – The Real You (El Libre Albedrío – Tu Verdadero “Yo”), Targum Press, páginas 16-17 – Los animales no pueden adoptar decisiones en el área de la moralidad.

El niño pequeño elegirá un dulce frente a un plato de sopa sencillamente porque le produce más placer, no porque razone acerca de los beneficios o de los inconvenientes del uno o del otro. El niño no tiene aún la capacidad de usar su intelecto para tasar, reflexionar y profundizar en el momento de elegir, incluso muchos adultos tomarán decisiones para sus vidas, eligiendo, sin siquiera someter a juicio sus pensamientos, sino que lo harán de manera reaccionaria. Esa es la cuestión real, que nos vamos acostumbrando a elegir de manera instintiva y no racional, estamos dejando que el instinto nos conduzca por la vida sin siquiera darnos cuenta de lo nefasto que eso puede ser.

La mayor parte del tiempo actuamos instintivamente acorde a los placeres que ya estamos acostumbrados, a los hábitos, a nuestra naturaleza de carácter, a la educación que se ha recibido y muchos otros factores. Por eso, no es descabellado afirmar que gran parte del tiempo no estamos eligiendo sino reaccionando.

No porque una persona actúe bien esto quiere decir que eligió bien, más bien quiere decir que esa persona tiene una fuerza instintiva que lo condujo a obrar bien. Dentro de cada persona se libran batallas interiores muy fuertes en el momento de elegir, fuerzas para hacer lo correcto y fuerzas para obtener placer, o fuerzas para evitar el dolor, fuerzas que producen ira, etc. Esa batalla la va  a ganar el instinto que sea más fuerte. Para bien o para mal la decisión que se tome, no necesariamente será una decisión que se haya tomado haciendo uso del libre albedrio.

Recordemos que toda elección es una acción que se realiza luego de una apreciación, no es una acción que proviene del impulso emocional. Esto clasifica nuestras elecciones en acciones racionales, voluntarias y en acciones impulsivas, emocionales y por lo tanto involuntarias. Esta es la razón por la cual muchas de nuestras elecciones nos terminan haciendo daño a nosotros mismos, porque son impulsivas, emocionales, instintivas y por lo tanto no son producto del uso del libre albedrio. Rambam, Hiljot Teshuvá (Las Leyes del Arrepentimiento) 5:1 – El hombre es único, en toda la creación, en cuanto a su capacidad de elegir entre el bien y el mal.

El uso o el no uso de la facultad del libre albedrío no exime a los hombres de la responsabilidad de sus actos. Esto es lo que está escrito en la Torá: “Y ahora el hombre es como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal” (Bereshit 3:22). Esto significa que el ser humano es único en la creación en cuanto que a través de su inteligencia puede distinguir entre el bien y el mal y en consecuencia puede elegir actuar de acuerdo con cualquiera de ellos; y no hay nadie que vaya a evitar que lo haga.

Ibíd. 5:2 – Cada persona decide libremente su camino en la vida. No creas aquello que piensan los pueblos tontos y muchos judíos ignorantes, respecto a que cuando Dios crea a la persona Él decreta si ella será justa o malvada. No es así. Por el contrario, cada persona tiene la capacidad de elegir convertirse en un justo como Moshé Rabenu o en un malvado como Ierovam, o sabio o tonto, misericordioso o cruel… y lo mismo con respecto a cualquier otro atributo. No hay nadie que pueda obligarla, ni ha sido decretado sobre la persona, ni nadie la empuja hacia uno de estos caminos. Más bien es la persona misma a través de su propia inteligencia la que elige el camino que ella desea. Solamente las elecciones de los seres humanos no están dictaminadas por las leyes de la naturaleza –y esto se debe a que esas elecciones emanan del alma Divina de la persona. Rab Jaim Friedlander, Siftei Jaim, Emuná y Bejirá, Volumen II, Página 17 – Nuestra alma Divina es la fuente misma de nuestra capacidad para tomar decisiones a través del libre albedrío.

Al reflexionar acerca de si vamos a permitir que nuestra vida se conduzca en modo “automático”, solamente reaccionando ante las circunstancias nos damos cuenta de lo delicado que es este asunto y de qué manera pasamos por alto el valor del regalo del libre albedrio. Sería como conducir un auto en la noche y dejar el “piloto automático” encendido mientras avanzamos a gran velocidad por una carretera. Solo activando el freno cuando nos percatamos de algún obstáculo.

Aunque el concepto del libre albedrío no es aceptado universalmente, sin embargo, la Torá nos enseña que la persona sí tiene libre albedrío. Solamente los fenómenos naturales siguen las leyes de causa y efecto. Cada ser humano posee la capacidad de elegir entre el bien y el mal, porque el alma humana no está limitada por las leyes de la naturaleza. No es Dios quien decide quién será justo ni quien será malvado.

 

(Tomado y adaptado de Morashá Syllabus: El Propósito del Hombre en el Mundo,  Libre Albedrío I: La Naturaleza, La Importancia y las Dinámicas del Libre Albedrío)

 

 

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