La Persona y el Prójimo: La corrección de nuestros actos.
Los 7 preceptos de Noé se dividen en 2 categorías: Una es la relación de la persona con el prójimo. La otra categoría tiene que ver con la relación de la persona con el Creador, Boré Olam.
Es fácil entender que se debe amar a los demás para poder cumplir con los preceptos de la primera categoría. Sin embargo, Rabbi Akiva nos enseña en el Talmud que "Amarás al prójimo como a ti mismo", este es un principio muy grande que hay en la Toráh y que encierra toda la enseñanza.
¿Por qué dice esto Rabbi Akiva? Porque para poder cumplir los preceptos, correctamente, que tienen que ver con el Creador también es necesario amar al prójimo. Esto quiere decir que cuando la persona no puede amar a los demás, es una persona egoísta, que solo piensa en la satisfacción de sus necesidades personales, está encerrado en sí mismo y por eso le cuesta levantar la mirada a los cielos y preguntarse ¿Quién creó este mundo?, ¿Quién creó a las personas, al cielo y la tierra?
Esta persona tiene una relación con el mundo únicamente para sacar provecho personal, es decir, que el mundo en sí mismo no le importa. No le importan las demás personas creadas por el Creador y, por consiguiente, el Creador mismo -no le importa, jas veShalom (Dios libre)- y por eso es que no puede cumplir los preceptos que tienen que ver entre el individuo y su Creador.
La buena noticia es que este sentimiento del amor por los demás es algo que podemos trabajar, desarrollar para mejorarlo cada día más hasta que se convierta en una virtud, en algo natural e intuitivo en la persona, tal como lo fue Abraham Avinu.
Asi mismo, el que no puede ver al Creador en todo lo que le rodea, no lo podrá ver en ninguna parte. (Rav Dov Zales)
Es un deber muy importante que cada uno reconozca sus falencias y trabaje por mejorarlas para, así, acercarse más al Creador, Bendito Es. Del mismo modo, la persona que, aparentemente, se encuentra ajena a una situación que deba ser corregida y no interviene para solucionarlo, es igual que si aprobara dicha situación. Es su responsabilidad.
Se atribuye como la causa de la destrucción del Templo a la pelea que hubo entre el anfitrión de un banquete y Bar Gamza, puesto que este último era considerado no grato para el anfitrión pero, por un error, la invitación que iba dirigida para Gamza, que si era su amigo, le llegó a su enemigo.
El hecho de que Gamza no hubiera intervenido para resolver la penosa situación y calmar la ira del anfitrión también lo hace responsable y digno del castigo correspondiente. Así mismo para todos los tzadikim que se encontraban en el banquete y tampoco mediaron para evitar la discusión y la vergüenza de Bar Gamza. Por esta razón fue destruido el Templo.
De Vaicrá raba 26:2, es sabido que, el ejercito del Rey Saul estaba conformado por Tzadikim, pero a pesar de eso, iban a la guerra y eran derrotados. Por el contrario, el ejercito de Ajab, cuyos soldados eran rashá, ellos eran idolatras, ganaban las batallas ¿Cómo es esto posible?
Los sabios explican que en el ejercito de Saúl, aunque todos eran tzadikim, había algunos que hablaban Lashón Hará, y por eso perdían las batallas. En cambio, en el ejercito de Ajab, a pesar de que eran idolatras, ninguno hablaba Lashón Hará, y por eso ganaban las batallas.
No se puede culpar a Hashem (Dios libre), ni al lugar en que se encuentran, ni a ninguna otra circunstancia. La causa de las derrotas esta en las manos y las palabras de cada uno. El Lashón hará destruye a la persona aunque tenga todos los estudios de Torah.
Los dos templos fueron destruidos por causa de hablar Lashón Hará, y esto nos enseña que el Lashón Hará no solo provoca envidia y odio, sino que impide que la persona pueda sentir compasión por los demás. De esta manera ¿Cómo puede subsistir el mundo? Por esta causa los soldados de Saúl fueron condenados a muerte desde el cielo. Cuando hay Lashón Hará, la persona se convierte en un hereje sin siquiera darse cuenta.
Todo esto a pesar de que la persona pueda continuar rezando y estudiando Toráh con gran esfuerzo, esto no tiene ningún mérito en el sentido de que no está emulando al Creador en sus buenos actos. Por el contrario, la mala inclinación puede estar influyendo sobre esta persona ayudándola a levantarse bien temprano para ir a rezar y estudiar con ahínco, mientras que, por otro lado, la está empujando a odiar a su prójimo, impidiéndole que vea la imagen divina que éste posee, incluso llegando a negar la existencia de este ser.
Por eso, es importante saber que para tener conocimiento de HaShem y obtener sabiduría de la Toráh es necesario actuar con compasión hacía las demás personas, este es un requisito previo para poder recibir la Toráh.
No hay sumisión más grande que cuando la persona muestra sumisión ante la otra, sin importar su estatus, simplemente en virtud de que ella fue creada con la imagen Divina y no acumulando sentimientos de envidia o resentimiento dentro del corazón. De esta manera, la persona verdaderamente se asemeja al Creador cuando comprende que hay que emular el amor de HaShem, la compasión de la jesed, a través de los buenos actos.
(Shiur del Rab Uri David)
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