Por el Rab Oury Cherki
El libro de Deuteronomio que comienza con la Parashá Devarim (Palabras), es el libro de Eretz Israel. La tierra de Israel, ciertamente, está destinada al pueblo de Israel; pero lo que el pueblo de Israel hace en la tierra está destinado a ser un modelo a seguir para toda la humanidad.
Después de todo, toda la Toráh, en sus primeros cuatro libros, proporciona una serie de instrucciones, mitzvot y leyes. Pero ¿Entendemos a qué apunta todo esto? En contraste, en el libro de Deuteronomio, de repente, vemos que todas las mitzvot están ordenadas como la Constitución política para el pueblo hebreo en su país.
Y esto nos revela que la intención de la Toráh es establecer un orden político, algo que es exclusivo de la religión judía. Las religiones no están directamente relacionadas con la cuestión política. Incluso, se considera que esto sería una mezcla de dos especies separadas y diferentes. La gente piensa que la religión debiera ocuparse únicamente de los asuntos del individuo, mientras que el Estado se ocupa de los asuntos de la sociedad.
El mundo ya se ha condicionado a creer (a través del cristianismo) a aceptar la siguiente declaración: "Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios". El judaísmo considera que esa actitud es problemática. En Deuteronomio, la Toráh señala que este no es camino correcto: ¡Lo que pertenece al emperador, pertenece a Dios!
El orden apropiado de la sociedad es, de hecho, la preocupación del Santo, Bendito Es. En consecuencia, se debe enseñar todo lo contrario de la declaración antes mencionada. La obligación de tratar los asuntos políticos se deriva de que la política es la principal palanca para hacer avanzar los asuntos de la humanidad. Por lo tanto, debemos asegurar la santidad, incluso en la política, que es lo que trata el libro de Deuteronomio.
Ahora podemos entender lo que hace el pueblo de Israel en su país y está destinado a ser un modelo a seguir para otras naciones. Cada nación debe tomar como modelo de sociedad las pautas de los caminos del pueblo de Israel, cada país según le convenga.
Es por esto que uno de los Siete Mandamientos de los Hijos de Noé (Bnei Noaj o noajidas) es la obligación de establecer un sistema legal justo. Esto significa que cada nación debe establecer una Institución Social apropiada. Ese sería el marco para un comportamiento social justo y recto, y no solo para la espiritualidad.
Deuteronomio enseña que es un fundamento religioso que la sociedad se preocupe por la justicia y la honestidad para todos.
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