"El pueblo de Colombia...Invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana.” Constitución política de la República de Colombia año 1991.
Desafortunadamente, para las víctimas del conflicto, que ha durado más de 60 años, muchas de estas palabras solo han sido un texto muerto, una imagen ilusoria de un país que no es el que ellos han conocido.
En el año 2016 se firmó el Acuerdo de Paz con la insurgencia de las FARC. Un año después se instaló la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad -CEV, que es uno de los pilares para el Sistema Integral para la Paz y de la Jurisdicción Especial para la Paz –JEP. Para muchas de las víctimas, el ser escuchados por una comisión del Estado, significó ser tratados, por primera vez, como ciudadanos sujetos de Derechos.
Dentro de todo este panorama hay un capítulo dedicado a la violencia que sufrieron los niños y niñas, tal vez uno de los más dolorosos porque es la marca de tres generaciones que seguirá resistiendo a que la guerra arrebate sus sueños. Los testimonios mostraron a las ausencias y orfandades, y a las afectaciones contra la escuela y sus entornos como las experiencias más invisibles sufridas por la niñez y la adolescencia colombianas, mientras el desplazamiento forzado fue la violencia más repetida y masiva.
Por eso es la misma Escuela, el escenario perfecto para la creación de estos espacios de dialogo y re-conocimiento, lo que para algunos es también la re-significación de sus vidas.
En días pasados se preguntó en un grupo de Noajidas de Colombia, ¿Cuál sería su discurso si usted fuera invitado(a) a representar a su comunidad en este Foro?, Desafortunadamente no se obtuvo respuesta, las personas pensaron que el post estaba fuera de sitio, que ese no es un tema que concierne a los noájidas.
Afortunadamente cada día la percepción de la realidad, de un modo racional, se está tomando los distintos ámbitos de la sociedad. Cada día son más las personas dispuestas a trabajar por un cambio trascendente, no solo en sus propias vidas sino en la construcción de un país mejor, que sea ejemplo para los demás pueblos de la región y para el mundo entero. Confiamos en el Eterno para que esta generación de noájidas sepa asumir su responsabilidad y se disponga para ser generadora de este cambio.
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